Belleza

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“Nosotros somos lo que pensamos. Todo lo que somos lo somos por nuestros pensamientos. Y con nuestros pensamientos, construimos nuestro mundo. ” Buddha

miércoles, 16 de marzo de 2011

sentimientos...¿Mostrar o no mostrarlos?

La gente no está acostumbrada ha hablar de sus sentimientos. Se encierran en ellas mismas y crean una gran barrera inoxidable entre las personas que le rodean. Bien...ahora me surge la siguiente cuestión: ¿hasta que punto es bueno preservar completamente su intimidad, vivencias o sentimientos?

Por una parte, veo bien que las personas quieran preservar una parte de ellas, de su intimidad o sus recuerdos. Conservar virgen una serie de vivencias que le han impactado, alegrado o causado un terrible sufrimiento.

Por otra parte, no comprendo por que no están suficientemente capacitadas para hablar claramente sobre lo que sienten en un momento determinado y fingen... Sí... fingen ¿Por qué?para... ¿quedar bien? ¿demostrar que son más fuertes? ¿Que no tienen problemas? No lo sé.

El otro día, me tocó hacer una dinámica en clase. Todos en circulo, contábamos sucesos o circunstancias que habíamos vivido en el pasado que habían consolidado nuestra personalidad. Dichos sucesos podían ser buenos o malos. No importaba la profundidad del asunto. El objetivo principal era que los participantes se dieran cuenta que todo el mundo tenía experiencias negativas o positivas en la vida, y que todas estas experiencias nos hacían aprender, nos ayudan a crecer.

Deje muy claro, que podían hablar de lo que quisieran y hasta donde eligieran. Al decir esto, vi pánico en los ojos de la mayoría de las personas. Sabía que pasaría esto. Ya fuera por malentender mi explicación (se pensarían que quería que contasen aspectos problemáticos o dolorosos en su vida) o por otro algún motivo que realmente desconozco.

Al ver el ánimo de desconfianza, el cual apareció de repente ( llevábamos muchas dinámicas de conocimiento y nunca había visto tanta desconfianza en clase), empecé yo con sucesos de mi vida, para nada profundos, en relación a la independencia que he tenido toda mi vida. La gente escuchaba atenta. Les dije como me sentía en esos momentos, lo que pensaba, como ha afectado a mi persona.

Poco a poco la gente se iba animando. Algunas compañeras dijeron sucesos fuertes que le han marcado mucho en la vida, otros hechos que pueden carecer de importancia, pero que para ellos fue importante. Mucha gente seguía sin querer hablar. Me dio por observarles. Les veía meditabundos.
Empece a hablar de por que había elegido hacer esta dinámica. Y... dije por que creía yo que muchas personas habían optado por no hablar, echo respetable, por supuesto.
Empezaron a llorar. De 15 personas que nos encontrábamos en clase, 6 lloraban como una magdalena y 3 de ellas con los ojos llorosos que se negaban hablar por miedo a llorar.

Vi en la mayoría de mis compañeros una careta mojada, a punto de desvanecerse. Tenían miedo de mostrar lo que sentían, de enseñar de corazón su verdadero yo.
Uno de mis objetivos, era que todos los compañeros dejasen de verse con juicios o por apariencias. Quería que se comunicasen de corazón a corazón. Dejar las etiquetas a un lado, y que vieran que todo el mundo tiene experiencias en la vida, negativas y positivas, que configuran nuestra personalidad y que a veces, comunicar el por que de nuestros sentimientos o actuaciones, podría ayudar a empatizar más y dejar de judgar a simple vista.

No cumplí todos mis objetivos marcados. No se dejaron. Quizá aún era pronto para hacer esta dinámica. De lo que me alegro, es de que mis palabras le llegasen, que pensasen en sus experiencias y llorasen, que mostrasen sus sentimientos a pesar de negarse ha hablar de ellos.







Negar situaciones del pasado, es negar una parte de lo que somos actualmente.

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